RAMÓN Y
RAMÓN: ¿Qué clase de animal eres?
ARAÑA: Soy un artrópodo, porque tengo las patas articuladas, de la clase de los arácnidos.
RAMÓN: ¿De qué te alimentas?
ARAÑA: Me alimento de pequeños insectos. Soy un animal carnívoro porque como carne. ¿Y tú?
RAMÓN: Los seres humanos somos animales omnívoros, comemos de todo.
ARAÑA: Pero para alimentarme tengo que trabajar mucho.
RAMÓN: Todos los seres vivos trabajamos para poder vivir, no eres el único. ¿En qué consiste tu trabajo?
ARAÑA: Hago hilos de seda y construyo redes con ella. Es lo que llamáis telaraña o tela de araña. Después espero con paciencia a que un insecto pequeño caiga en mis redes. Así obtengo la comida. ¿Y tú?
RAMÓN: Soy todavía un niño, y mi trabajo consiste en ir al colegio, hacer los deberes, aprender a ser buena persona y hacer amigos y amigas. Ahora son mi madre y mi padre los que me dan de comer. Cuando crezca conseguiré un trabajo para poder vivir.
Ramón estuvo observando a la araña durante un tiempo. No dejó, incansable, de tejer su tela, no concluyó su trabajo hasta que por fin un mosquito cayó en la red.
La paciencia es esperar con tranquilidad a que algo bueno ocurra. Pero no es esperar sin más, es esperar sin dejar de trabajar, seguir trabajando hasta acabar. Eso hacen los campesinos: siembran los campos y esperan a que nazca el fruto para cosecharlo.
La paciencia es no perder los nervios si estamos haciendo cola para que nos atienda alguien o si nos ocurre alguna desgracia que no podemos controlar. Por eso, tener paciencia es tener autodominio, dominarnos: de nada sirve llorar, chillar o gritar si nos ocurre una desgracia; con paciencia obtendremos mejores frutos
.Eso hacen las personas enfermas: hacer lo que les dice el médico y esperar a que el cuerpo se cure. Por algo a las personas enfermas se les llama “pacientes”, porque tienen o deben tener paciencia.
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