-Sí -me contestó muy segura. Y le vi esos ojos con los que no podía verme, ni a mí, ni a su madre, ni la luz... nada. Porque sus ojos miran para adentro, no ven nada de fuera.
Hace muchos años me llamó la atención cómo dos personas ciegas hablaban sobre los colores. Me gustaría saber qué pensaba esta niña, así que, después de haber hablado sobre lo que nos gusta jugar al parchís y de las intenciones que tenemos de jugar algunas partidas, me atreví con la gran pregunta:
-¿Tú me puedes decir cómo son los colores?
-No mucho... pero te puedo decir a qué huelen.-¿Tú me puedes decir cómo son los colores?
Y así he aprendido que el color verde huele a menta, el rojo (el que más le gusta) a piruleta, y el amarillo a limón.
Gracias, V.
Mis maestr@s son l@s niñ@s.
2 comentarios:
Qué cosa más bonita! Seguro que ya mismo te dice que tu nombre le sabe a hierba o le hueles a jazmines albaicineros.Besos, nusilla
Ahí hay otro campo que se abre: el olor y el sabor de lo no evidentde.
Gracias, Erato, muaksss :)
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