Ahí están las manos. Míralas
en sus siglos de abandono y humildad
en favor de otros sentidos que a nada sentido dieron.
Ahí están las manos. Vívelas.
Ellas fueron al principio las siempre desobedientes.
Al final ellas serán las que dejen sus simientes.
A volar.
Por fin llegué a las manos,
caricia inesperada.
Que besos y miradas fueron novia en cada puerto
y una mano es para anclar.
Por fin llegué a las manos.
Manos que hacen y deshacen,
que retocan y trastocan.
Una mano toca dar.
Ahí la tienes, te la tiendo y me extiendo
el ser con ella lo que era sin deberes.
Transparente compañera es una mano.
Si obligado es el silencio, es palabra,
alma en palma, empuñada.
Toma toma hemos llegado.
Por fin llegué a las manos.
Ahí están.
Todo un mundo son las manos.
Verdaderas, descarnadas, abismales,
olvidadas de este mundo que nos tocó.
Te propongo un mano a mano para andarlo.
Arte traes entre tus dedos,
estrella de cinco puntas,
apagada luz del mundo que descubro palmo a palmo.
Ahí están.
Una mano, cualquier mano,
nos habla de tierra pasada,
la tierra de la que está hecha y que otros pisarán.
Una mano, cualquier mano
nos huele a dolores callados en sus cinco continentes.
Una mano es manantial y alimento de los dioses.
Una mano, cualquier mano,
nos envuelve en llamaradas y enciende la realidad.
Una mano, esa mano que se ase
y nos ase a la tierra en su volar
es sentido a nuestra vida.
Siento el mundo en cualquier mano.
Beso su simple existir.
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