sábado, 21 de febrero de 2009

¡A las barricadas!

Llegado este momento en que se acumulan preocupaciones, levantemos nuestras copas de esperanza y brindemos por un futuro mejor.


Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.

(Mario Benedetti)

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Chin chin!, por ella, por la alegría,para que siempre esté a nuestro lado,aunque haya que currárselo.

Algunas sugerencias para convertir la alegría en hábito:

Elevar el nivel de nuestra autoestima,sintiéndonos importantes nosotros mismos y también hacérselo sentir a los que nos rodean.

Llevar una vida ordenada y sencilla, disfrutando de las cosas pequeñas y cotidianas que están al alcance de cualquiera:

el descanso, el diálogo familiar, el contacto con la Naturaleza, la diversión sana, el vivir intensamente el presente.

Pensar siempre en positivo, no pemitiendo la entrada a nuestra mente del derrotismo y actitudes deprimentes y deseperanzadoras.

Conseguir que nuestra ocupación o trabajo sea fuente de alegría.

Fomentar cada día, en cada instante, los sentimientos de aceptación, de conformidad y hasta de complacencia y alegría de la realidad cotidiana, sea cual fuere.

No conformarse con sentir la alegría dentro de ti, hacer que aflore al exterior y contagiarla a quienes nos rodean con palabras, actitudes y gestos que le arrastren a compartir nuestra propia alegría.

Aprender a no perder ni un instante en lamentaciones y quejas inútiles sobre algo que es irremediable (como el jarrón que se ha roto, un día de lluvia, el robo del coche, una enfermdad incurable,...).

Aceptar lo irremediable, ya que una actitud de protesta y disgusto por algo que no tiene solución nos privará de la alegría de vivir.

Convertir la alegría en fiel compañera de la vida.

La verdadera alegría, la que nace del corazón, de profundas motivaciones, se manifiesta más por el estado de constante placidez, fácil sonrisa y buen humor que por la carcajada fácil, miedosa, superficial y momentánea.

La verdadera alegría nace siempre de la bondad de nuestras acciones y de nuestras intenciones.

¿Sigue la vela encendida?
La luz es otra fuente de alegría...

Besos
Come L Acqua